Esta receta de tallarines con alcachofas y jamón, inspirada en el estilo inconfundible de Karlos Arguiñano, es un plato que combina la sencillez de la pasta con la sofisticación de las alcachofas y el toque salado del jamón. Es una preparación ideal para cualquier ocasión, desde una comida familiar hasta una cena especial. Exploraremos la receta paso a paso, profundizando en cada etapa para asegurar un resultado delicioso y equilibrado.
Limpiar las alcachofas es el paso más importante. Eliminar las hojas exteriores más duras hasta llegar al corazón tierno. Cortar la parte superior y el tallo (pelar el tallo, ya que es comestible). Frotar las alcachofas con zumo de limón para evitar que se oxiden y ennegrezcan. Cortarlas en cuartos y luego en láminas finas. Sumergir las láminas en agua con zumo de limón hasta el momento de su uso.
Consideración: La oxidación de las alcachofas es un proceso químico natural. El zumo de limón actúa como un antioxidante, ralentizando este proceso. El agua con limón también ayuda a mantener la frescura y el color de las alcachofas.
Picar finamente la cebolla y los ajos. En una sartén grande, calentar aceite de oliva virgen extra a fuego medio. Añadir la cebolla y sofreír hasta que esté transparente y blanda, aproximadamente 5-7 minutos. Agregar los ajos picados y sofreír durante un minuto más, teniendo cuidado de que no se quemen.
Consideración: La temperatura del aceite es crucial. Un fuego demasiado alto quemará la cebolla y el ajo, amargando el sofrito. Un fuego demasiado bajo hará que la cebolla se cueza en lugar de sofreírse.
Escurrir bien las alcachofas y añadirlas a la sartén con el sofrito. Saltear durante unos 5 minutos, removiendo ocasionalmente, hasta que estén ligeramente doradas. Añadir el jamón serrano en taquitos y sofreír durante un par de minutos más, hasta que esté crujiente.
Consideración: El jamón debe añadirse al final para evitar que se seque y se ponga demasiado salado. La calidad del jamón influye directamente en el sabor final del plato.
Verter el vino blanco en la sartén y subir el fuego para que se evapore el alcohol. Remover bien para que se desprendan los restos del fondo de la sartén (deglasar). Añadir el caldo de pollo o verduras y bajar el fuego. Cocinar a fuego lento durante unos 15-20 minutos, o hasta que las alcachofas estén tiernas y la salsa haya reducido ligeramente.
Consideración: El vino blanco aporta acidez y complejidad al plato. La reducción de la salsa concentra los sabores y crea una textura más rica.
Mientras tanto, cocinar los tallarines en abundante agua hirviendo con sal, siguiendo las instrucciones del paquete. Es importante cocinar la pasta "al dente", es decir, ligeramente firme al morder. Reservar un poco del agua de cocción de la pasta antes de escurrirla;
Consideración: La cantidad de sal en el agua de cocción es importante para sazonar la pasta desde dentro. El agua de cocción reservada puede utilizarse para ajustar la consistencia de la salsa.
Escurrir los tallarines y añadirlos a la sartén con la salsa de alcachofas y jamón. Remover bien para que la pasta se impregne de la salsa. Si la salsa está demasiado espesa, añadir un poco del agua de cocción reservada hasta obtener la consistencia deseada.
Consideración: Este es el momento de ajustar el sazón con sal y pimienta. Una pizca de nuez moscada puede realzar los sabores.
Precalentar el horno a 180°C (350°F). Verter los tallarines con alcachofas y jamón en una fuente para horno. Espolvorear con queso parmesano rallado y hornear durante unos 10-15 minutos, o hasta que el queso esté dorado y burbujeante. Si no se gratina, se puede servir directamente con el queso parmesano rallado por encima.
Consideración: El gratinado añade una textura crujiente y un sabor más intenso al plato. Se puede utilizar mozzarella o una mezcla de quesos para variar el sabor.
Servir los tallarines con alcachofas y jamón calientes. Espolvorear con perejil fresco picado para decorar y añadir frescura. Un chorrito de aceite de oliva virgen extra de buena calidad realzará los sabores.
Consideración: El perejil fresco aporta un contraste de sabor y color. Otras hierbas frescas, como albahaca o tomillo, también pueden utilizarse.
La combinación de pasta, alcachofas y jamón tiene raíces en la cocina mediterránea, donde estos ingredientes son abundantes y apreciados. Aunque no hay una fecha exacta de origen, platos similares han existido durante siglos en Italia y España. La receta de Arguiñano es una adaptación moderna, que simplifica y realza los sabores tradicionales. La pasta, un alimento básico en Italia, se ha combinado con alcachofas desde la época romana. El jamón, un ingrediente común en la cocina española, añade un toque salado y umami que complementa perfectamente la dulzura de las alcachofas.
Este plato ofrece una combinación equilibrada de nutrientes. Los tallarines aportan hidratos de carbono complejos, que proporcionan energía sostenida. Las alcachofas son una excelente fuente de fibra, vitaminas y minerales, y tienen propiedades antioxidantes. El jamón aporta proteínas y grasas saludables (especialmente si se utiliza jamón ibérico). El queso parmesano es una buena fuente de calcio. En general, este plato es una opción nutritiva y deliciosa para una comida completa. Sin embargo, es importante moderar el consumo de sal y grasas, especialmente si se tiene alguna condición médica preexistente.
Los tallarines con alcachofas y jamón, siguiendo la receta de Arguiñano, son un plato versátil y delicioso que se adapta a diferentes gustos y ocasiones. La clave del éxito reside en la calidad de los ingredientes y en el cuidado en la preparación. Experimentar con diferentes variaciones y adaptaciones permite personalizar la receta y crear un plato único y memorable. La sencillez de la receta la hace accesible a cocineros principiantes, mientras que la sofisticación de los sabores la convierte en una opción atractiva para paladares más exigentes. En definitiva, este plato es un testimonio de la riqueza y la diversidad de la cocina mediterránea.
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