Los guisantes frescos con jamón y cebolla son un plato emblemático de la cocina española, apreciado por su sencillez, sabor y la perfecta armonía entre sus ingredientes․ Esta receta, transmitida de generación en generación, es un ejemplo de cómo ingredientes humildes pueden transformarse en una exquisitez culinaria․ La clave reside en la calidad de los ingredientes y en la cocción lenta y cuidadosa, que permite que los sabores se desarrollen y se mezclen a la perfección․
Orígenes e Historia del Plato
Aunque la historia precisa de este plato es difícil de rastrear, se puede inferir su origen a partir de la historia de sus ingredientes principales․ Los guisantes, originarios del Oriente Próximo, llegaron a Europa en la Edad Media․ El jamón, por su parte, es un producto ancestral de la península ibérica․ La combinación de ambos, junto con la cebolla, probablemente surgió como una forma sencilla y sabrosa de aprovechar los productos de la huerta y la despensa․
La receta, en su esencia, refleja una cocina de aprovechamiento, donde se utilizan ingredientes de temporada y se busca realzar su sabor con técnicas simples․ A lo largo del tiempo, cada región y cada familia han aportado su toque personal, dando lugar a una variedad de versiones, pero manteniendo siempre la base fundamental: guisantes, jamón y cebolla․
Ingredientes Necesarios
- Guisantes frescos: 500 gramos (desgranados)․ Si no están en temporada, se pueden usar congelados de buena calidad․
- Jamón serrano: 150 gramos (en taquitos o lonchas gruesas)․ La calidad del jamón es crucial para el sabor final del plato․
- Cebolla: 1 mediana (picada finamente)․ La cebolla blanca o amarilla son las opciones más comunes․
- Ajo: 2 dientes (picados finamente)․ Opcional, pero añade un toque de sabor interesante․
- Aceite de oliva virgen extra: 4 cucharadas․ Un buen aceite de oliva es fundamental para un plato español auténtico․
- Vino blanco seco: 1/2 vaso (opcional)․ Aporta un toque de acidez y complejidad al plato․
- Caldo de pollo o verduras: 1/2 vaso (opcional)․ Para añadir humedad y sabor si es necesario․
- Sal y pimienta negra recién molida: Al gusto․ Ajustar la sal al final, teniendo en cuenta que el jamón ya es salado․
- Perejil fresco picado: Para decorar (opcional)․ Añade frescura y un toque de color․
Preparación Paso a Paso
- Preparación de los ingredientes: Desgranar los guisantes (si son frescos) y reservar․ Picar finamente la cebolla y el ajo (si se usa)․ Cortar el jamón en taquitos o tiras․
- Sofrito: En una cazuela o sartén grande, calentar el aceite de oliva a fuego medio․ Añadir la cebolla picada y sofreír lentamente hasta que esté transparente y pochada (unos 8-10 minutos)․ Es importante que la cebolla no se queme, ya que amargaría el plato․
- Añadir el jamón: Agregar el jamón a la cazuela y sofreír durante unos minutos, hasta que esté ligeramente dorado y haya liberado su grasa․ El aroma del jamón tostadito es un indicador de que está listo․
- Guisantes: Incorporar los guisantes a la cazuela y remover bien para que se impregnen de los sabores del sofrito y el jamón․
- Vino (opcional): Si se usa vino blanco, verterlo sobre los guisantes y dejar que se evapore el alcohol durante un par de minutos․
- Caldo (opcional): Si se desea, añadir un poco de caldo de pollo o verduras para mantener la humedad․ Esto es especialmente útil si los guisantes son un poco secos․
- Cocción a fuego lento: Bajar el fuego al mínimo, tapar la cazuela y cocinar los guisantes lentamente durante unos 15-20 minutos, o hasta que estén tiernos․ Remover ocasionalmente para evitar que se peguen al fondo․ El tiempo de cocción dependerá de la frescura y el tamaño de los guisantes;
- Sazonar y servir: Probar y ajustar la sal y la pimienta al gusto․ Tener en cuenta que el jamón ya es salado, por lo que es posible que no sea necesario añadir mucha sal․ Servir caliente, espolvoreado con perejil fresco picado (opcional)․
Variaciones y Consejos
- Con huevo: Una variación popular es añadir un huevo escalfado o frito por encima de los guisantes justo antes de servir․ La yema cremosa se mezcla con los guisantes, creando una textura deliciosa․
- Con menta: Unas hojas de menta fresca picada añaden un toque refrescante al plato․
- Con patatas: Se pueden añadir patatas cortadas en dados pequeños a la cazuela junto con los guisantes para hacer un plato más contundente․
- Guisantes congelados: Si se utilizan guisantes congelados, no es necesario descongelarlos antes de añadirlos a la cazuela․ Añadir directamente congelados y ajustar el tiempo de cocción․
- Calidad del jamón: La calidad del jamón es fundamental para el sabor final del plato․ Utilizar jamón serrano de buena calidad, preferiblemente con un buen porcentaje de curación․
- Sofrito: El sofrito es la base del plato, por lo que es importante hacerlo lentamente y con cuidado para que la cebolla se poche bien y no se queme․
- Cocción lenta: La cocción lenta es clave para que los sabores se mezclen y los guisantes queden tiernos y sabrosos․
Maridaje
Este plato marida muy bien con vinos blancos secos y frescos, como un Albariño gallego, un Verdejo de Rueda o un Txakoli vasco․ La acidez de estos vinos equilibra la grasa del jamón y la dulzura de los guisantes․ También se puede acompañar con un vino rosado seco y afrutado․
Valor Nutricional
Los guisantes son una buena fuente de fibra, vitaminas (especialmente vitamina K y vitamina C) y minerales (como hierro y manganeso)․ El jamón aporta proteínas y grasas, aunque también es rico en sodio․ En general, este plato es una opción nutritiva y equilibrada, siempre y cuando se consuma con moderación y se utilice jamón de buena calidad․
Conclusión
Los guisantes frescos con jamón y cebolla son mucho más que una simple receta; son un símbolo de la cocina tradicional española, de la sencillez y el buen gusto․ Un plato que, con pocos ingredientes y una elaboración cuidada, nos transporta a los sabores de antaño y nos recuerda la importancia de los productos de la tierra․ Anímate a prepararlo y descubre por qué es un clásico que nunca pasa de moda․
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