Las croquetas de jamón son un clásico de la gastronomía española, pero a menudo nos encontramos con la limitación del gluten. Esta receta ofrece una alternativa deliciosa y apta para celíacos: croquetas de jamón con maicena, garantizando una textura cremosa y un sabor inigualable. Vamos a explorar esta receta a fondo, desde los ingredientes y la preparación hasta los trucos para perfeccionar cada bocado.
La maicena, o almidón de maíz, actúa como espesante en esta receta, reemplazando la harina de trigo tradicional. Esto no solo hace que las croquetas sean aptas para personas con intolerancia al gluten o enfermedad celíaca, sino que también contribuye a una textura más suave y cremosa en el interior. A diferencia de la harina de trigo, la maicena no aporta sabor propio, permitiendo que el jamón ibérico, el caldo y otros ingredientes brillen.
En una cazuela amplia, derrite la mantequilla a fuego medio. Añade la cebolla picada y sofríe hasta que esté transparente y ligeramente dorada, aproximadamente 5-7 minutos. Es importante que la cebolla no se queme, ya que esto afectaría el sabor final de las croquetas. Una vez que la cebolla esté lista, añade el jamón picado y sofríe durante un par de minutos más, removiendo constantemente para que el jamón no se queme y libere su sabor característico.
Reduce el fuego a bajo. Añade la maicena a la cazuela y remueve vigorosamente con unas varillas para evitar que se formen grumos. Cocina la maicena durante 1-2 minutos, removiendo constantemente, hasta que tenga un ligero aroma a tostado. Este paso es crucial para evitar que las croquetas tengan sabor a harina cruda. A continuación, comienza a añadir la leche caliente poco a poco, removiendo constantemente con las varillas para integrar la maicena y evitar la formación de grumos. Es importante añadir la leche poco a poco para controlar la textura de la bechamel.
Continúa cocinando la mezcla a fuego bajo, removiendo constantemente con las varillas, hasta que la bechamel espese y se despegue de las paredes de la cazuela. Este proceso puede tardar entre 15 y 20 minutos. Es fundamental remover constantemente para evitar que la bechamel se pegue al fondo de la cazuela y se queme. La textura final debe ser suave, cremosa y sin grumos. Si la bechamel queda demasiado espesa, puedes añadir un poco más de leche caliente para aligerarla. Si queda demasiado líquida, puedes cocinarla durante unos minutos más, removiendo constantemente.
Una vez que la bechamel tenga la consistencia deseada, retira la cazuela del fuego y sazona con sal y pimienta negra recién molida al gusto. Recuerda probar la bechamel antes de añadir sal, ya que el jamón ya es salado. Vierte la masa en una fuente o recipiente poco profundo, extiéndela uniformemente y cúbrela con papel film, asegurándote de que el papel film toque la superficie de la masa para evitar la formación de una costra. Deja enfriar la masa a temperatura ambiente durante unos 30 minutos, y luego refrigérala en la nevera durante al menos 4 horas, o preferiblemente durante toda la noche. El enfriamiento es fundamental para que la masa adquiera la consistencia necesaria para formar las croquetas.
Una vez que la masa esté bien fría y firme, retírala de la nevera. Prepara tres platos: uno con huevo batido, otro con pan rallado sin gluten. Con la ayuda de dos cucharas o con las manos ligeramente humedecidas, forma las croquetas del tamaño deseado. Pasa cada croqueta primero por el huevo batido, asegurándote de que quede bien cubierta, y luego por el pan rallado sin gluten, presionando ligeramente para que el pan rallado se adhiera bien a la superficie. Es importante que las croquetas queden bien rebozadas para evitar que se abran durante la fritura.
Calienta abundante aceite de oliva virgen extra en una sartén honda a fuego medio-alto. Es importante que el aceite esté bien caliente antes de añadir las croquetas, pero no demasiado caliente para que no se quemen por fuera y queden frías por dentro. Fríe las croquetas en tandas pequeñas, sin sobrecargar la sartén, durante 2-3 minutos por cada lado, o hasta que estén doradas y crujientes. Retira las croquetas de la sartén con una espumadera y colócalas sobre papel absorbente para eliminar el exceso de aceite. Sirve las croquetas calientes y disfruta de su cremosidad y sabor.
La receta básica de croquetas de jamón con maicena es una excelente base para experimentar con diferentes sabores e ingredientes. Aquí te presentamos algunas variaciones que puedes probar:
Además de ser una excelente alternativa para personas con intolerancia al gluten, la maicena ofrece otros beneficios en la cocina:
Si bien estas croquetas son sin gluten, es importante tener en cuenta que siguen siendo un alimento frito y, por lo tanto, deben consumirse con moderación. El jamón es alto en sodio y grasas saturadas, por lo que es importante equilibrar su consumo con una dieta saludable y variada.
Para hacer una versión aún más saludable, considera hornear las croquetas en lugar de freírlas. También puedes usar leche descremada y reducir la cantidad de mantequilla.
Las croquetas de jamón con maicena son una deliciosa alternativa para disfrutar de este clásico español sin preocuparse por el gluten. Con esta receta, podrás sorprender a tus amigos y familiares con unas croquetas cremosas, sabrosas y aptas para todos. ¡Anímate a prepararlas y disfruta de cada bocado!